dijous, 7 de novembre del 2013

Repartir y compartir

Article publicat a El País

Ante la imposibilidad de generar empleo para todos, hay que crear una renta mínima de inserción y repartir el trabajo


Llevamos seis años inmersos en una crisis que nos demuestran que el viejo sistema capitalista no puede hacer frente a los graves problemas generados por esta. Su ideario de crecimiento a toda costa no tiene salida ya que provoca graves desequilibrios económicos y medioambientales. El resultado de sus políticas de austeridad ha sido más pobreza, más paro, recortes de derechos básicos a la ciudadanía y destrucción del Estado de bienestar.

Estas decisiones políticas no son fruto del azar o de la imposibilidad de hacer otra cosa. La organización de los elementos básicos de la crisis, su estallido y las políticas de austeridad consiguientes son ideadas desde círculos no democráticos para poner fin a una etapa de prosperidad comunitaria. Ya lo anticipó Warren Buffet en 2006 cuando afirmó que “hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando”. Y tiene razón. Veamos algunos ejemplos:

1.El modelo capitalista actual ha acentuado las diferencias entre ricos y pobres, han aumentado las desigualdades y España ya está en la cabeza de este nefasto ranking: el 20% de la población con más renta ingresó, el 2011, 6,8 veces más que el 20% más pobre.

2.No se crea ocupación, sino que se destruye, llegando a un 27% de paro, que en el caso de los jóvenes alcanza el 60%. Además, la combinación de paro y de envejecimiento demográfico ponen en peligro la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Ante la actuación irresponsable de la banca privada hace falta crear una banca pública que permita a los Gobiernos recuperar la iniciativa

3.El volumen de deuda privada y pública no para de crecer y como la deuda creciente genera intereses crecientes, solo se puede pagar en una economía en constante expansión, lo cual es imposible en un planeta finito. No se podrá devolver.

4.El desequilibrio ecológico del planeta ha llegado a un punto de no retorno. Todos los parámetros ambientales y de recursos naturales están en su punto más bajo. La solución capitalista de crecer exponencialmente nos lleva a la autodestrucción.

5.La tensión capitalista entre el sistema productivo, generador de bienes y servicios, y el financiero-especulativo ha desaparecido. El que dirige el sistema es el casino-especulativo, regido por los mercados liberados que se han zafado de las regulaciones nacionales e internacionales y han depositado sus ganancias en los paraísos fiscales. Hemos pasado de la competencia entre mercados en un mundo globalizado al dominio de los oligopolios, de los planificadores fiscales que buscan el máximo beneficio, imponiendo el deterioro de las condiciones laborales y la destrucción de la sostenibilidad medioambiental.

Ante esta situación hay que decir basta y armarnos ideológicamente proponiendo un nuevo modelo sostenible económica y ambientalmente, manteniendo un Estado de bienestar de calidad. Es imprescindible dar la espalda a las propuestas de la troika y de la derecha política y crear un modelo donde la prioridad sea satisfacer las necesidades básicas y una vida digna para todo el mundo. En España y en el resto del mundo occidental hay suficiente riqueza y se puede generar suficiente renta para que las personas vivan de una manera próspera. Repartir y compartir son las divisas del nuevo modelo.

¿Cuáles son sus principios? Ante la indecente y decidida pauperización social impuesta por el capitalismo hegemónico hace falta crear una renta básica universal (Suiza lo va a consultar a su población) financiada con una nueva fiscalidad sobre las rentas y con los ahorros obtenidos por la eliminación de las prestaciones y subsidios existentes por debajo de ella.

Ante la imposibilidad del sistema de acabar con el paro generando empleo para todos, sin crear una nueva burbuja, hace falta repartir el trabajo con nuevas políticas laborales. Evidentemente hace falta un gran pacto social entre trabajadores, empresarios y Estado, con una mejor democracia industrial, fomento del cooperativismo y de la economía social. La justicia social no solo consiste en repartir la riqueza, sino también el trabajo, como un bien social.

Ante la insuficiente fiscalidad española en relación a la media europea, hace falta captar nuevos recursos para financiar unos servicios públicos suficientes y de calidad: combate decidido contra el fraude y los paraísos fiscales. Converger los tipos fiscales de las rentas del trabajo con las del capital, las plusvalías y las empresariales (actualmente las rentas del trabajo cotizan entre un 25% y un 35% y las empresas del Ibex pagan un tipo medio inferior al 10%).

Ante la actuación irresponsable de la banca privada hace falta crear una banca pública que permita a los Gobiernos recuperar la iniciativa en la financiación del tejido productivo local y la innovación.
En definitiva, estamos en una involución económica, social, política y moral por lo cual es necesario una repuesta que ha de ser revolucionaria, no en las formas sino en el fondo. Este tendría que ser el objetivo de las fuerzas políticas de izquierdas y la de los movimientos sociales que piden a gritos un cambio. No valen parches, ni políticas reformistas keynesianas. O cambiamos el modelo o nos hundimos, nosotros y nuestros hijos y nietos.

Joan Boada i Masoliver es profesor de historia.

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