dimecres, 18 de desembre del 2013

Vuelven los municipios a ser los actores del nuevo modelo energético

La pasada semana pasada Stefan Taschner, de Energetisch Berlin, y Christoph Grote, de Unser Netz- Unser Hamburg estuvieron en Barcelona y Tarragona. Los dos han logrado que se celebren consultas ciudadanas; en Berlín, el pasado 3 de noviembre, en Hambuerg, el 22 de septiembre -coincidiendo con las elecciones federales; para recuperar el carácter publico de las redes de energía. Antes lo hicieron con el agua. Dos ciudades con apenas el 1% de energía renovables, quieren dejar de ser la excepción, en un país con 170 ciudades con empresas publicas de energía, las llamadas Stadtwerke.

Stefan Taschner y Christoph Grote participaron en debates y jornadas, unas organizadas por el Col·legi de Agrònoms -que acaban de celebrar el II Congreso Rural Smart-. Se pasaron por el Ateneu de Barcelonès. En el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) les acompaño el abogado Joan Perdigó, para explicar la diferencia entre la liberalización del sector supone una oportunidad para empresas publicas, el cambio de propiedad, a manos privadas, en cambio, ni aumenta la competencia, ni la eficiencia, ni las oportunidades para un cambio de modelo. En la Universidad Rovira i Virgili… lo acompaño Francesco Cortesi desde la perspectiva del derecho europeo -asesora a la Plataforma del Nuevo Modelo Energético, con Fundación Renovables…
Las dos Alemania. 
Si España tiene una red de transporte en manos de REE, Alemania tiene cuatro monopolios que transporta la energía; en cambio, la distribución que en Alemania está en manos municipales, aquí esta en cuatro monopolios regionales. ¿Tiene alguna relación esas 170 Stadtwerke con esa parte de Alemania con un 80 a 100% de renovables, al lado de ciudades como Berlin o Hamburg con apenas el 1% de renovables?
¿Qué interés tiene las redes para las ciudades? No solo transportan la energía, aparte que lo transportado no es un objeto físico, las redes regulan. Tiene la capacidad de acelerar o relegar la transición energética, cuando el desafío no es solo desplegar las energías renovables, adecuar las redes para un modelo descentralizado de generación. La propia Ley del Sistema eléctrico, que tenemos, pide que desde la planificación urbanística se planifique los recursos energéticos locales. El promotor paga una redes que al final acaban en manos, sin coste alguno, de los monopolios que privilegian su estructura vertical, lo que le confiere el poder del mercado.


 Berlin tiene como primera referencia Schönau; un pueblo en la Selva Negra que tras Chernóbil recupera la antigua empresa pública local. Los pioneros fueron en contracorriente, al liberalizarse el mercado se convirtieron en un nuevo actor de este. Mientras el resto del país, en lugar de percibir las oportunidades, cedieron las empresas locales a manos privadas, que pasaron a estar integradas en la estructura vertical de grandes empresas; nada más opuesto a la pretendida liberalización del sector.
A partir de 2001 la tendencia se invierte. Las moribundas Stadtwerke –empresas municipales- adquieren un protagonismo. Hace unos días La Vanguardia publicaba como Rhein-Hunsruck, con 100.000 habitantes, producirá más del 100% de renovables -el distrito rural ya en 2014 logrará 236% de renovables. Durante los últimos cuatro años el presupuesto municipal, de una región conservadora, era de 1,7 millones de euros, tenia un un superávit de 400.000. Ese dinero la comunidad lo invierte en  eólica nueva de 140 metros de altura, 34 millones por aerogenerador… todo sobre un mapa eólico que RWE desestimó por condiciones no óptimas. Es la otra Alemania que ignoramos, donde no hay ni minijob, ni municipios endeudados.
Municipalizar la democracia: Sacramento.
Berlin quiere no solo una empresa de energía. Quiere un modelo de gestión fijándose en Sacramento, SMUD (Servicios Municipales de Utilidades del Distrito). Fue creada en 1923 para proveer a los clientes-propietarios de servicios energéticos. Pero se vio obstaculizada su labor casi un treinta años por la aplicación de la Ley Federal de Energía. En 2006 tras una consulta ciudadana lograr que la energía vuelva a ser gestionada por SMUD. Berlin se fija en que la decisión sobre las redes, clave para acelerar la transición del modelo energético, está en manos de los ciudadanos. Cuanta con un directorio con siete miembros elegidos por cada distrito. Planifica las necesidades del barrio; que dada barrio genere su energía supone una potente medida de equidad en la Sacramento.
Ni en Alemania, ni en Estados Unidos, la lucha contra el cambio climático o la transición energética es federal; el protagonismo es de los ciudadanos comprometidos con sus ciudades, un espacio público comunitaria que hacen posibles proyectos colectivos. Sacramento tiene un 56% de Gas, el resto con fuentes renovables, 22% hidráulica, 13% eólica (a 5 centavos kWh -quieren pasar de 128 a 415 MW), fotovoltaica fueron pioneros, 1984 3,2 MW (ahora quieren integrar un 60% del consumo en cada vivienda) y geotérmica -132 MW, de potencia base, el objetivo es lograr 500 MW.
Un modelo energético renovables requiere que las redes integren medidores más inteligentes. SMUD instala en los hogares medidores que proporciona una herramienta para que aparatos programable consuman la energía cuando esta está disponible; controlado desde el móvil. Hace dos décadas tienen programas para vender negawatios, gracias a programas de ahorro. Esas centrales virtuales de energía que ahora incorporan tecnología de la información. Aquí acostumbrados a perder trenes tecnológicos, con ajustes cada vez más dolorosos.
Insistieron en la utilidad que tiene las redes. No deben dejar de ser “neutrales”, pero si gestión no es neutral, determina el modelo energético, frena, relega, el cambio de modelo energético o, por el contrario, lo puede acelerar. Un modelo de generación distribuido de energía favorece la igualdad, al convertir a todos los ciudadanos por igual, generadores de energía. Pero antes que generadores, los convierten en ciudadanos, las redes se deciden como una cosa pública a partir de la participación democrática.
Invitación al abuso. 
No hemos liberalizado nada. Tan solo se cambia de manos la propiedad de los monopolios energéticos; la lógica del interés general fue sustituida por el interés de unos fondos de inversión que ayer están y hoy se marchan donde ofrezca mayor rentabilidad. Los directivos, sin ser suya la empresa, ofrecen generosos dividendos, en que las estrategias a largo plazo importan poco, las escandalosas remuneraciones forman parte de la mucho  ofrecen , un día están, otro no están si no se les ofrecen generosos dividendos, no les importa a que se dedican, ni los sueldos astronómicos de los consejeros -señalaba Jorge Fabra en una entrevista en eldiario.es por Tomeu Ferrar y Enric Català.
La Directiva 2009/72/CE señala la obligación de separar la propiedad de gestión y la propiedad de las redes (artículo 24), evitar que distribuidoras tengan ventajas al participar en otros segmentos de la actividad –generación y comercialización (Art. 26), o que se debe garantizar la separación vertical de las empresas (art. 26). Todo esto no se da en nuestro país. Sobre ese modelo se hace una reforma energética con medidas retroactivas sobre inversiones, en renovables, realizadas; con un efecto de discriminación estructural, esto es, no se puede subsanar sin sacrificar la propia reforma llevada a cabo. Y a pesar de esto no hay un debate sobre la importancia de las redes.
En Londres, Carolina Lucas de Los Verdes y Jeremy Corbyn de Labour, pedían seguir el modelo de Nuestras redes, nuestro Hamburg. El estado privatizó unas redes, los propietario entendieron que la reducción de costes  pasa por recortes de inversión; el efecto es unilateral y contraproducente para otros segmentos, en Reino Unido las energía renovables son residuales. Es abrumadora la opinión que se debe de recuperar la utilidad pública de los monopolios como el agua, gas, energía, correos, ferrocarriles. No es volver a las empresas estatales. Berlín sabe que el sector publico es capaz de aberraciones como construir aeropuertos sin aviones. Sacramento es ejemplo de la participación democrática de las redes, dar libertad a los ciudadanos gracias a redes neutrales. Convertir a los municipios en actores en un marco liberalizado de competencia, eficiencia, transparente y deliberativo.

Jordi Ortega BarcelonaFilosofo, politólogo, periodista
jordiortega@hotmail.com
Estudió filosofía en la Universidad de Barcelona. Amplió estudios en el Institut für Sozialforschung de la Universidad de Frankfurt, centrado en teoria crítica, sociologia del riesgo y ecología política. Fue colaborador de Fundaciones como Henrich Böll, Hans Boeckler o Deutsche Umweltstiftung. Actualmente investigador en el grupo de Cambio Climático y Sostenibilidad de la Universidad Carlos III. Ha publicado sobre energía, cambio climático, construcción europea. Coautor de "La energía después de Fukushima", con Cristina Narbona. En twitter: @OrtegaJordi













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