dissabte, 23 de juliol del 2016

MONEDA SOCIAL Y ENERGIA (I):DINERO VERDE, SISTEMAS MONETARIOS PARA UNA NUEVA REVOLUCIÓN ENERGÉTICA

Post publicat a Vivir Sin Empleo


sábado, 25 de junio de 2016
(Colaboración de Andreu Honzawa, Roger Sallent, y Jordi Abadal)
Los sistemas monetarios alternativos pueden ofrecer un gran impulso para las energías renovables. Dentro de los posibles sistemas monetarios que puedan dar respuesta a la problemática económica y ambiental cabe destacar aquellos que utilizan un patrón energético. Del mismo modo que hace pocas décadas nuestro dinero podía canjearse por oro, algunos autores destacan los hipotéticos beneficios de utilizar una moneda canjeable por energía de origen renovable.

Actualmente nuestra economía se mueve mediante dinero fiduciario, lo que significa que el dinero no tiene un valor intrínseco más allá de la confianza de sus usuarios en que una vez lo posean lo podrán intercambiar por productos o servicios de su interés, a parte evidentemente de obligación de pagar impuestos en esa moneda fiduciaria emitida por el estado.

No deja de ser sorprendente que nuestro dinero (medio de intercambio, unidad de cuenta, y reserva de valor) sea totalmente ajeno a los recursos reales de nuestro planeta. Este sistema monetario fiduciario y las consecuencias que éste acarrea, ha llevado a numerosos economistas a plantear la necesidad de volver a utilizar un patrón monetario como el oro, una cesta de productos básicos o bien una unidad energética (como el kWh).

A continuación se detallan algunas de las ventajas de un patrón energético en comparación con otras opciones como el oro o el sistema fiduciario actual:
  • A diferencia del sistema fiduciario, la moneda tendría un valor intrínseco y 100% objetivo.
  • La calidad del patrón no requeriría ser testeada como sucedía con el oro respeto a su pureza – los kWh son siempre iguales.
  • La política monetaria sería independiente de cualquier uso partidista por parte de los gobiernos o los bancos centrales como sucedió con el oro y como viene sucediendo en el caso de la moneda fiduciaria.
  • El volumen de moneda en circulación estaría estrechamente ligada a la actividad económica, en contraposición a lo que sucede con nuestra moneda actual.
  • La distribución de los recursos para obtener el patrón (energía renovable) es mucho más equitativa que el oro y el coste de su generación es más estable desde un punto de vista geográfico.
Al final, y esta es su principal motivación, el uso de este tipo de moneda contribuiría con la rápida proliferación de centrales energéticas basadas en recursos renovables y se aliviaría buena parte de la presión que actualmente ejercemos sobre nuestro planeta. Este importante apoyo se realizaría sin la necesidad de costosas (por bien que necesarias) partidas presupuestarias de gobiernos para apoyar las renovables. Este aspecto es de especial interés dentro de la actual coyuntura de crisis de deuda soberana.

Por último, cabe destacar que a diferencia de los sistemas monetarios alternativos locales, una moneda basada en kWh tendría la ventaja que se podría utilizar en cualquier comunidad y para cualquier negocio, con lo que su aplicación se podría extender rápidamente. Este característica no implicaría que la moneda energética fuera sustitutoria de las alternativas monetarias locales, si no complementaria.

EJEMPLO PRÁCTICO
Shann Turnbull describe en su artículo Money, Market and Climate Change un ejemplo práctico muy concreto que intentó llevarse a cabo en EEUU para aplicar una moneda energética. El autor identifica los costes financieros como una de las principales barreras al desarrollo de las renovables, por lo que propone un sistema que intenta minimizarlos. De acuerdo con sus hipótesis, las energías renovables requieren una inversión inicial mayor que las energías convencionales. Contrariamente, apunta que los costes durante el ciclo de vida son sensiblemente inferiores en el caso de las renovables, debido a la ausencia de combustible y a unos costes de mantenimiento menores.

Por consiguiente, Turnbull opina que si se eliminaran los costes del dinero (es decir, los tipos de interés de los créditos) en proyectos de renovables, estos incrementarían su rentabilidad llegando incluso a superar la rentabilidad de proyectos basados en fuentes energéticas convencionales. Para superar dicha barrera financiera, el autor propone un sistema en el que el promotor (la persona/empresa que se dispone a instalar placas solares, un aerogenerador…) obtiene la financiación para su proyecto directamente de los futuros consumidores de energía.

Para ello, el promotor emite a sus futuros usuarios bonos canjeables por kWh (moneda energética) a cambio del dinero que necesita para su proyecto. Una vez finalizado el proyecto, el consumidor paga la electricidad a su distribuidor eléctrico mediante los bonos. A su vez, el distribuidor paga la energía que ha obtenido del promotor (que también ejerce como empresa generadora) mediante los mismos bonos, por lo que el ciclo se cierra. Por lo tanto se crean prosumidores de energía, entes que producen y consumen energía a la vez, con lo que se promueve la resiliencia i la autonomía de las redes eléctricas locales.

El autor propone además, que una vez el proyecto haya sido amortizado, el huerto solar, aerogenerador a cualesquiera de las instalaciones renovables que se hayan instalado pase a ser propiedad del consumidor, con lo que este pasaría a actuar como empresa generadora.

Mediante este sistema el promotor elimina los costes asociados a la obtención del dinero, que alternativamente irían a manos de un banco (retorno del préstamo más un tipo de interés) y reducirían la rentabilidad del proyecto. Desde un punto de vista económico el sistema es asimilable a un crédito libre de interés. Dado que los bonos ejercerían como moneda competitiva de la moneda “real”, el sistema no repercutiría en una mayor inflación si no todo lo contrario, a la vez que se conseguiría una mayor vinculación de la moneda con la economía real. Al mismo tiempo se fomentaría la generación de energía en un nuevo modelo más descentralizado, de acuerdo con la tendencia actual de ver en la generación distribuida y el autoconsumo el modelo del futuro.

CONCLUSIONES
Los sistemas monetarios alternativos pueden contribuir al cambio de modelo energético que necesita nuestra sociedad. Además, algunos autores apuntan que esta contribución sería mucho más eficaz que los planteados hasta día de hoy, como el mercado de emisiones de CO2 o las políticas fiscales favorables para la industria de las energías renovables.

El uso de una moneda basada en kWh presenta ventajas comunes con el resto de monedas alternativas, como el acercamiento de nuestro sistema monetario a la economía real, la reducción del poder de los bancos centrales y, por último, una positiva contribución contra la inflación al no someter la moneda a la emisión costos  como deuda bancaria con tipos de interés compuestos (es decir, con costes financieros exponenciales, muy altos a largo plazo).

El uso de un patrón energético repercutiría en un sistema monetario más vinculado al desarrollo económico, a la vez que fomentaría la inversión en renovables. Este hecho ayudaría a reducir la conflictividad internacional, a preservar el medio ambiente, y a disponer de un suministro energético mucho más robusto y con precios estables o decrecientes.

En el caso de aplicar una moneda energética según el sistema propuesto por Turnbull, el resultado daría lugar a una minimización de los beneficios del sector financiero y, por consiguiente, a una mayor rentabilidad de los proyectos en el sector de las energías renovables. Además, el modelo descrito por Turnbull fomentaría la generación distribuida y el autoconsumo, apostando por un nuevo modelo no centralizado basado en el ámbito local que acercaría al máximo productores y consumidores. Por último, rompería el actual abuso de poder por parte del actual establishment oligopólico de los productores energéticos.

(Basado en “Money, Markets and Climate Change” de Shann Turnbull)

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